Una vez que se liberó la esclavitud en las islas antillanas, en Venezuela se daban concesiones para la explotación del oro en la zona minera más importante, que era el estado Bolívar. A partir de ahí, se dio la fiebre del oro, que atrajo a muchos inmigrantes, especialmente los provenientes de las Antillas británicas y francesas.
Las compañías inglesas y francesas, que habían obtenido la concesión de explotación del oro, para poder resolver el problema del idioma, trasladaron el personal anglo y franco parlante, que llegó con su familia junto con sus costumbres y se establecieron en la población El Callao.
En esta región se dio una mezcla cultural de ingleses, norteamericanos, franceses y oriundos de las Antillas británicas y francesas, uniendo los hábitos, música, gastronomía y lenguaje. De esta mezcla nacieron ricas tradiciones, y entre ellas resalta el aporte afro-antillano, el Calipso y el Patua.
La gastronomía callaoense fue influenciada por los descendientes de grupos antillanos afrodescendientes, ingleses y franceses. En las celebraciones del carnaval se pone en evidencia la transmisión de comidas y bebidas antillanas mezcladas con ingredientes y productos venezolanos de la zona.
Durante el Carnaval todos los platos, bebidas y postres son preparados por un grupo de cocineras, dirigidas por una señora artesana de los platos típicos del Callao; que serán disfrutados por los visitantes mientras bailan al son del calipso.
Entre los platillos vale mencionar el Calalú, crema que acompaña carnes o pollo; el acrá, a base de bacalao; pelao de pollo con cerveza y otras delicias. No falta una variedad de bebidas como el Mauby, que se obtiene al hervir la corteza del árbol mauby con especias.